23/3/13

¿Quién vigila al vigilante?

La comparecencia en el Congreso del director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) bajo secreto y a puerta cerrada, como mandan los cánones en estos casos, evidencia uno de los puntos débiles de nuestro sistema de espionaje, un sistema espiado a su vez desde Cataluña y en cuya trama se entremezclan detectives privados e incluso "secretos de alcoba" como el de Corinna.

En el Congreso el director aseguró que Corinna no había llegado a trabajar nunca para ellos. Como suelen hacer los espías, ni medio verdad ni medio mentira. Tampoco nadie se iba a esperar que confirmasen una relación que, simplemente por las habituales esferas por las que se mueve la -al menos de momento- princesa, es algo bastante habitual.


Los servicios secretos de "república bananera" que han demostrado ser los españoles a lo largo de toda su historia, se están esforzando, una vez más, en dar la imagen de "España cañí y olé", no se si interesada o no, pero patética en cualquiera de los casos.

¿Qué necesitamos? Una sociedad actual y que se dice moderna debe poseer unos servicios secretos ágiles y discretos, capaces de responder de manera rotunda y sin aspavientos ni confusión ante temas tan fundamentales. Es decir, lo contrario de lo que hace el CNI. No es de recibo que en plena sociedad de la información haya que esperar a comparecencias discretas con rogatorias en el Congreso, transmitiendo con ello a la población que realmente hay más de lo que se intenta aparentar.

Y es que en una agencia cuya seña de identidad ha de ser en todo momento la defensa de los intereses de España en los escenarios más problemáticos, cada vez se tiende más a ocuparse de problemática dentro de la propia nación que debería estar en manos de la policía, y no de señores con licencia "para hacer y deshacer lo que les venga en gana" y sin tener que responder a ningún poder judicial, excepto al de sus propios superiores.

¿Hasta cuando tendremos que asistir a éste tipo de espectáculos denigrantes, que no ocurren en ningún otro país desarrollado, civilizado y democrático?

El problema de que nadie vigile al vigilante es que se acaba convirtiendo éste en el propio problema.

| Luis González

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