24/3/13

Estampida

Casi medio millón de españoles se fueron el año pasado de nuestro país, huyendo de la miseria y del hambre ante unos políticos maniatados, manirotos, incapaces de hacerle frente a los problemas actuales ni de ofrecer alternativas. Se fueron porque en España "no se podía vivir". Es curioso que, la mayoría de ellos, argumenten las mismas razones que en su día decían los exiliados venezolanos, o los que huían de países de regímenes totalitarios. "En Venezuela sólo pueden vivir ya los ricos", me explicaba un inmigrante venezolano que venía a trabajar como médico a España no hace muchos años.

De todo esto el Gobierno no tiene culpa, "es culpa de la coyuntura"; y de la coyuntura tampoco es culpa -decían otros- es culpa de la globalización. E incluso se llegó a decir que los emigrantes "no eran tantos" y que huían de España "porque querían" y "para hacer turismo fuera". Sí, hasta esos extremos de ignorancia llega a veces la ineptitud de los políticos, que llegan al punto de negar la realidad.


Pero por mucho que lo intenten esa realidad está en la calle, en barrios y pueblos que parecen ya asilos de ancianos, sin personas jóvenes, quedándose únicamente los más viejos del lugar que disponen de pensión. Los demás se han ido ya en busca de un futuro digno, porque en España, quienes están puestos en el poder para dárselo, sólo contemplan crecer sus emolumentos sin importarles más que ellos mismos.

Basta ya de culpar a los demás, de culpar al exterior, de culpar a otros. Basta de políticos sanguijuelas que sólo llegan al poder para medrar. Basta de decisiones a costa de los más pobres. Cambiemos de rumbo totalmente, o rompamos la baraja. Cualquier cosa, cualquier alternativa, cualquier solución, es mejor que ésta que están tomando y que nos están haciendo pagar a nosotros. Porque a ellos les importa poco lo que ocurra, ya que ellos no pagan nunca nada; todo el peso recae en el pueblo.

| Rafael de Boer

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