20/3/13

Habemus Papam

Se han escrito ríos de tinta desde que la semana pasada llegara al papado Francisco. Desde todos lados se aconseja al que fuera cardenal Bergoglio cómo y lo que tiene que hacer, pero lo más curioso de todas esa voces de renovación y que piden cambios es que, la mayoría, proceden de los que se llaman a sí mismos agnósticos o ateos. Quienes ni quieren ni desean pisar nunca una iglesia, qué coincidencia, son precisamente los que llaman a la reforma y al cambio. Los que más desconocen el magisterio de la iglesia son los que más piden cambios en ese magisterio. Es como si un albañil se pusiera a opinar sobre la cirugía a la que debe someterse un enfermo de cáncer. Inaudito.

Llamativo era el titular de uno de los periódicos más izquierdistas de España, El País, al día siguiente de la elección de Francisco. Venía a decir: "los católitos ya tienen a su jefe", como si el papa fuera un cargo ministerial, o la cosa no fuera con ellos sino con "esos católicos que siempre andan en medio". Eso sí, a renglón seguido, y bajo ese mismo titular, comenzaban ya a desgranar los cambios que debían acontecer en la Iglesia, aconsejando cuáles emprender y todos los fallos que, a su juicio, teníamos. Los mismos que acababan de decir que eso "no iba con ellos", que el papa era "nuestro jefe", se ponían a decirnos cómo éste "jefe" (el cual, para ellos, repito, les importaba un bledo) tenía que actuar. ¿Es que alguna vez se ha visto cosa más absurda?


La iglesia, desde siempre, ha tenido persecuciones y enemigos (y así nos lo advirtió Nuestro Señor), por lo tanto todo esto que ocurre no debería sonarnos a nuevo ni sorprendernos. Pero no deja de ser llamativo la facilidad con la que todos esos "lobos" que intentan atacarnos se disfrazan de oveja para conseguir engañarnos. No nos dejemos influenciar por sus voces.

| Manuel Darkgray

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