25/3/13

España 1.0

Cada vez que paso por las calles que antes eran un hervidero de clientes, de gente comprando con sus bolsas aquí y allá, me encuentro con más tiendas cerradas, más escaparates con carteles de "se vende" o "se alquila". A las puertas de los pocos supermercados que aún permanecen abiertos se acumulan chicos y chicas jóvenes sentados pidiendo limosna. En las esquinas de las principales vías las farolas de hierro fundido, con multitud de lámparas, que en su día costaron miles de euros del erario público, languidecen con apenas una de sus muchas bombillas encendidas. Es la España del 1.0. La España que necesita reiniciarse y empezar.

Mientras por todos los lugares se habla de "la tecnología 2.0", "la sociedad 2.0", e incluso "las relaciones 2.0", los españoles han conseguido lo que parecía imposible y que, en el mundo de la informática se traduce en un completo desastre: volver atrás, involucionar. Ser la España 1.0 significa muchas cosas, y ninguna de ellas es buena.


En primer lugar, significa que todos los esfuerzos anteriores para intentar que la sociedad de la información llegue a todas las escalas sociales, que todos los millones de euros invertidos en ese tipo de proyectos, se conviertan en aguas de borrajas y se vuelva humo. Cuando no se tiene ni para alimentar a tus hijos, el disponer o no de conexión a internet pasa a un segundo plano.

Algunas corporaciones locales tratan de paliar estas carencias con proyectos como conexiones Wifi gratuitas, pero ahí chocan con dos enormes muros muy difíciles de salvar: el primero, la desastrosa gestión de este tipo de proyectos, que hace que en algunos municipios la conexión diaria sea únicamente permitida por media hora. Es decir: conectar y desconectar al minuto siguiente.

La segunda dificultad de estos proyectos es la reticencia de las operadoras a que se ofrezca nada gratis. De hecho, estas compañías, que obtienen ingentes cantidades de dinero y enormes beneficios, preferirían que sus redes fueran utilizadas únicamente por una capa social elitista, antes que abaratarlas u ofrecerlas gratis para los que no pueden permitírselas. Ése es el problema de las compañías privadas: que sólo tienen en cuenta el dinero y los beneficios monetarios que puedan obtener, aunque luego para disfrazar su desfachatez recurran a campañas solidarias o a la socorrida "responsabilidad social corporativa".

Se hace necesario, ante este escenario, un gran pacto en donde los intereses públicos vigilen por el bien común, y no por los beneficios fiscales de estas multinacionales, las cuales con lo que derrochan en publicidad podrían paliar de sobra las necesidades de todas esas personas sin recursos.

Pero, lamentablemente, los que debieran hacerlo tienen su despacho ya preparado en muchas de ellas para cuando salgan de la política, cuando no incluso proceden del mismo mundo.

¿Quién será, por tanto, el Gobierno capaz de devolvernos, al menos, al 2.0?

Parece ser que nuestros políticos, nacidos fuera, muy fuera, de la era digital, se sienten mejor en la España del 1.0. Por desgracia, esa posición, y su ineficiencia para solucionarla, nos arrastra a todos a competir con mucha desventaja con el resto del mundo, que ya se encuentra prácticamente en una versión 3.0. Casi nada.

| Gemma Moreno

No hay comentarios:

Publicar un comentario